Propósitos de año nuevo

No he necesitado el despertador esta mañana. Me pasa cada vez que me acuesto nervioso. Me he levantado con el pie derecho (supersticioso que es uno) y me he sonreído frente al espejo antes de cepillarme los dientes. He bailado mientras cantaba «¿quién llenará de primaveras este enero…?» y he corrido hasta mi portátil para escribir mi primer artículo del año.

Soy maestro, como muchos de los que leéis mi blog, y soy (somos) parte del gremio más afortunado del planeta. Hoy vemos a nuestros niños por primera vez este año y es una ocasión perfecta para hacer actividades de reflexión sobre cómo nos fue el trimestre pasado y sobre cuáles son nuestros propósitos de cara al presente. En mi caso, hoy solo tengo clase con segundo de bachillerato y les pediré que le escriban un mensaje a su «yo» de junio. Esto no lo saben ellos, pero esos mensajes los iré proyectando uno a uno a medida que vayan subiendo al escenario el día de su graduación.

Dedicaré el resto de la mañana a sacar del aula a tres alumnos de los que soy cotutor para hablar de los resultados que obtuvieron en diciembre y de qué van a hacer a partir de ahora para mejorarlos. El acuerdo (siempre dictado por ellos) será firmado por ambas partes y, juntos, pactaremos las fechas del seguimiento.

Entre una cosa y otra, espero que no haya hueco para escuchar lamentos acerca de lo «corta» que ha sido la Navidad (esos comentarios solo refuerzan otros referidos a lo «largas» que son nuestras vacaciones). Ojalá sí haya lugar para los encuentros cariñosos, los buenos deseos y los propósitos que, cumplamos o no, nazcan del querer construir una sociedad mejor desde la profesión que tenemos el privilegio de ejercer.