– Buenas tardes, MAESTRO.
El resto de la conversación me la guardo para él y para mí…
Hacía mucho tiempo que quería saber de él. Todos mis amigos y alumnos me han oído hablar de mi MAESTRO Chano, y me parecía injusto que hubiesen pasado 23 años y todavía no le hubiese dado las GRACIAS por todo lo que hizo por mí.
Corría (como corren todos los años en la adolescencia) el curso escolar 1997-1998. Yo era un pupilo que apenas sabía mirar a los ojos (afortunadamente, eso me lo enseñó el Teatro tan solo unos meses más tarde). Era un buen estudiante que sabía situar Neptuno pero que no sabía situarse a sí mismo… Lo que sí tenía claro es que quería ser MAESTRO. Hasta entonces, las matemáticas eran la forma de expresión que más se asemejaba a mi personalidad: ordenada, metódica, cuadriculada a veces.
Pero entonces llegó él. Fue nuestro tutor aquel año y nos enseñó inglés (ya lo creo que nos enseñó…) Como un huracán entra en La Habana, mi MAESTRO Chano arrasó con todos nosotros, llevándonos a donde él quiso y dejando un remanso de paz y cariño incomparable con el de ningún otro profesor.
El hombre de la sonrisa amplia se supo ganar el respeto de todos, incluso de los que siempre habían dado por perdida esa asignatura. Así que lo noté: yo quería ser como él.
Haciendo acopio de un valor que nunca había mostrado, me acerqué a mi teacher para pedirle una tutoría. Le dije que quería ser MAESTRO pero no sabía si de matemáticas o de inglés… Él me pidió que fuese a su departamento al día siguiente para hablarlo más despacio y así lo hice.
No recuerdo cómo encontré aquel departamento (mucho más fácil situar Neptuno, ya os digo) ni de dónde saqué el valor para llamar a la puerta y entrar. Allí estaba él y aquí reproduzco la conversación que conservo grabada a fuego desde entonces:
– Cuéntame, ¿qué te pasa?
– Chano, verá… Yo quiero ser MAESTRO. Hasta ahora he tenido claro que de matemáticas pero, desde que lo conozco a usted, me está gustando el inglés también…
– Es una decisión difícil, pero que tienes que tomar cuanto antes para ubicarte en el bachillerato apropiado. Voy a intentar ayudarte -dijo abriendo un cajón de su mesa y sacando tres folios impresos-. Mira, esto es un billete de avión para que viajes a Londres. Allí vivirás con esta familia. Tiene tres hijas pequeñas que serán tus verdaderas maestras de inglés. Y esta tercera hoja es del colegio donde estudiarás. Te vas un mes y, cuando vuelvas, me dices qué has decidido…
Salí más nervioso de lo que entré… Antes de cerrar la puerta, el MAESTRO que había conseguido que ya hubiese tomado una decisión incluso antes de volar, me dijo la frase más bestial que me han dicho hasta la fecha (después del «sí, quiero») y por lo que le estaré agradecido mientras mis dedos se sigan impregnando de tiza:
-¡Ah, por cierto! Ayer llamé a tu madre. Ayer le conté a tu madre lo que te pasaba. Ayer tu madre me dijo que no podía pagarte un viaje a Londres. Y ayer tu madre fue al banco a pedir un préstamo para ti. Que nunca se te olvide…
3 comments
Ojalá pudiera agradecerle a chano, que te ayudara en esa decisión, que en lo que a mi me afecta, hizo que nuestros caminos se juntaran y fueras mi profesor, e hizo encontrar a uno de los mejores amigo que me ha dado la vida!!☺️☺️☺️
Se me han saltado las lágrimas! Nuestro Chano tan encantador como respetuoso. Cuánta verdad! Qué bueno que pasara a enseñarnos a enseñar un idoma y cómo no, a adorar el inglés. ?
Las mimbres de un maestro. Te lo he dicho. Hay que dar las gracias a Chano porque seas y estés ( un abrazo a ese Chano y otra a una madre que sabe escuchar, que no es tan común como debería). Los futuros físicos, matemáticos, químicos, biólogos, sanitarios, y otro puñado, lo habrían agradecido ( sobre todo si, de decidir dedicarse a la docencia, hubiesen pasado por tus manos) en detrimento de los que estamos en otro tramo del arco , que nos habríamos perdido la EMOCIÓN de vivir tú PASIÓN en primera persona. Y no está la cosa para dejar pasar ni una ( bueno, alguna sí. ?Tú yame entiendes)