Esta semana estamos de evaluaciones en el instituto. Parece que ya nos hemos acostumbrado a que sean telemáticas, lo cual resta (bajo mi punto de vista) mucha de la importancia que tiene este tipo de sesiones.
El no estar cara a cara no beneficia al alumnado. Lejos quedan aquellas evaluaciones en las que yo, como tutor, llevaba un calendario de adviento con las fotos de mis niños pegadas en cada numerito para que, al hablar de ellos, cada profesor que tuviera algo que comentar se endulzara un poco antes de hacerlo (puede parecer baladí, pero no se evalúa igual con una sonrisa).
Otras sesiones de evaluación que he dirigido han estado acompañadas de galletas, estatuillas al estilo de los Premios Óscar o, incluso, un Kahoot para que los profesores intuyeran resultados que yo (como tutor) había analizado previamente. También invitaba a dos representantes del grupo para que leyesen de manera teatralizada (uno preguntando y el otro respondiendo) lo que se había comentado en tutoría sobre el desarrollo del trimestre y las propuestas de mejora acordadas.
Independientemente de que haya sido tutor o no, algo que siempre he hecho en mis sesiones de evaluación es prestar más atención a la evaluación que a la calificación. Tradicionalmente, la calificación nos ha servido como un arma de poder que ha etiquetado al alumno, el cual, poco a poco, ha asimilado que lo que se ve en clase y «no sirve para la nota» no merece la pena hacerlo. Por ello, es muy importante acompañar esta nota numérica de un comentario donde las familias puedan leer qué han aprendido sus hijos, qué son capaces de hacer y qué les falta aún.
Como entiendo que es mucha la burocracia a la que estamos sometidos, podemos reducir esta labor a un documento compartido donde cada maestro escriba una observación del niño que luego pueda ser trasladada a la familia por parte del tutor.
Por favor, no dejad a ningún niño sin evaluar (insisto: no me refiero a calificar). No se puede dejar de hablar de un alumno por el mero hecho de ser «muy bueno» o «muy malo». Todos merecen su tiempo. A la familia del «muy bueno», por ejemplo, me gusta llamarla por teléfono para felicitarla. Se crea un momento mágico y estoy convencido de que tienen todo el derecho del mundo de contar al día siguiente en el mercado que «el maestro de su niño los llamó ayer para darles la enhorabuena». A la familia del «muy malo» también hay que ayudarla. Yo cito a los padres y juntos elaboramos un plan de actuación que parta de un compromiso del alumno y unas pautas muy concretas sobre qué deben (bajo nuestra humilde opinión) hacer como padres.
Nota al margen: Los maestros que no somos padres (como me ocurre a mí) no debería preocuparnos dar este tipo de consejos. No necesitamos serlo para orientar, del mismo modo que un cirujano no tiene por qué pasar por todas las enfermedades antes de poder operarlas…
Antes de cerrar la sesión de evaluación, asegúrate de agradecer a todos tus compañeros el trabajo realizado por y para el grupo. Incluso el hueso más duro de roer tiene mucho que enseñarles y, si no son contenidos, al menos sí a saber que en sus vidas también se encontrarán con huesos duros de roer…
Nota al pie: Hoy, un año y medio después de haber escrito este artículo, encuentro algunos aspectos positivos a las evaluaciones telemáticas que no encontraba antes: además de ayudar a conciliar la vida familiar, se falta menos y se evalúa más.
7 comments
Llevas razón. A veces nos centramos en el número y no en el porqué de ese número y no concretamos un plan de actuación concreto que nos guíe.
Por otro lado, también quiero reivindicar como tú a los que tienen resultados brillantes. No premiamos el esfuerzo.
Pero si estoy segura que ponemos lo mejor de cada uno para que el alumnado sea beneficiado y el tutor o tutora son mediadores muy muy importantes.
Preciosa y precisa reflexión….
No eres padre pero Siiii eres hijo y mi evaluación y calificación es de 100 por lo menos y de MAESTRO si le preguntamos a tus alumnos???….estoy segura que no te bajarían la nota…..
Evaluar, tarea de las más complicadas, porque tras una calificación, hay unos instrumentos que utilizamos a diario siguiendo unos criterios establecidos pero con ellos, nos referimos a personas que como, bien dices José Enrique, merecen nuestro seguimiento, apoyo y refuerzo tanto si son brillantes como si no lo son. Hemos aprendido en eficacia con las evaluaciones online pero cuanta naturalidad y calidez hemos dejado atrás.
Enhorabuena por tu comentario y tu visión tan humana de la evaluación.
Muchas gracias por tus sabias palabras, maestro. No somos un número y eso deben saberlo nuestros alumnos y alumnas, y sobre todo debemos saberlo nosotros como profesores. A mí también me gusta felicitar tanto al bueno, como animar a mejorar al no tan bueno, y sobre todo motivarlos a todos a ser mejores, sea la asignatura que sea, porque lo importante es que crezcan como personas y prepararlos para la vida y quitarle los manguitos al final de la etapa educativa.
Me encanta tu manera de evaluar!! 😉
Maestro, me encantan tus palabras. Si tuviera que elegir al Nobel de la enseñanza, sin duda te elegiría a ti! Si todos los profesores fueran como tú, nuestro sistema educativo sería el mejor del mundo! SIGUENADANDO! BSSS
Gracias por ser la orientadora de la que aprendo a diario y a la que abrazo a diario. «Tesquiero».