Mi querida profesora de Latín, Dori Pacheco, me dijo una vez que “los profesores cada año tenemos un año más”. Esa aparente obviedad la llevo conmigo todos los años. Los mismos que voy añadiendo a mi edad mientras mis alumnos permanecen siempre en la misma.
Soy de la Generación Y, situada por los demógrafos entre la década de 1980 y principios del nuevo milenio, mientras que mis alumnos pertenecen a la Generación Z, aquella que ha utilizado internet antes que un diccionario y no concibe la vida sin la dependencia tecnológica. Ese cambio generacional no es baladí y es una de las causas por las que manejo un código cada vez más diferente al de ellos (y viceversa).
Han sido varias las veces en las que he creído habitar un planeta diferente al de mis alumnos. Cuando acaba septiembre, suelo poner en clase la canción “Wake me up when September ends” de Green Day. Este último septiembre, ni uno solo de mis alumnos la conocía. Para pronunciar la palabra “where” se me ocurrió compararla con el grito más famoso que hacía Julio Iglesias al cantar. Nadie sabía quién era.
Por su parte, ellos me hablan de Fornite, Among us, Bad Bunny, Anuel, Ñengo Flow y Daddy Yankee, y yo me siento como un grumete del mismísimo barco del arroz.
Todos en algún momento hemos hablado de un modo determinado con el que hemos reforzado nuestro sentimiento de pertenencia al grupo. Lo desbordante de la situación actual no es solo que mi suplemento haya pasado a ser su complemento de régimen, sino que sus neologismos afloran a tal velocidad que parece imposible el entendimiento transgeneracional.
Yo, que soy de Inglés, he aprendido casi a mis 40 que un “crush” es un amor a primera vista (si haces “match”, eres correspondido), que una situación “random” es bastante aleatoria y azarosa, y que te pueden “stalkear” en las redes sociales aunque no seas un “influencer”, porque hay muchos “haters” por el mundo que pueden “trolearte” haciéndose pasar por “followers”.
El discurso adolestente está adornado con muletillas que podrían repartirse sin ton ni son a lo largo de sus conversaciones sin que le chirríe a nadie (excepto al maestro milénico, hijo de los “baby boomers”). Son expresiones como “en plan”, “en verdad”, “to guapo” (si es “flama, bomba o fachero”), o “vaya F” (cuando “la cagas” y te dan un “zasca”).
Cuando vayas a hacer una Programación Didáctica, olvídate de usar la serie “Friends” o la “Expo 92” como hilo conductor. Acércate a ellos, que son los que deben entenderte. Ten en cuenta que ni siquiera esta entrada se entenderá cuando pasen unos años…
El lenguaje es identidad y cada vez son más los esfuerzos que hago por “estar en la misma onda” que mis alumnos, poseedores de una jerga con la que se dirigen de la misma forma a un par que a un adulto. La diferencia es que el primero “le sigue el rollo”, mientras que el segundo se queda horrorizado, por no entenderlos y por entender cada vez mejor a doña Dori Pacheco.
7 comments
Adaptarse es un must y si no espabilamos, ya casi nos quedamos atrás de un curso para otro, maestro. Una buena idea es hacer un sondeo a principios de curso que te dé Información de la música que les gusta ( y si toca Justin Bieber, toca) , los Libros o cómics que leen ( alguno, lee) y los youtubers a los que siguen. No sabes las horas que he dedicado a PewDiePie, Markiplier ( que me encanta) , Auron play ( que encanta a todas las niñas entre 12 y 21 y es gracioso) , Vegetta, Badabun, DudePerfect o el Rubius… No tiene precio la cara de complicidad cuando sabes de lo que hablan y hablas de lo que saben . Es cierto que en casa también tengo una fuente importante de información. Igual cuando crezcan, empiezo a notar más la brecha. Pero, de momento, mis alumnos todavía me dicen eso de » Ojalá mi madre supiera de esas cosas». Y oye, eso te llega.
Maravilloso, no podrías haberlo explicado mejor!!!
Hijo seguro que cuando te lea esto tu profesora Dori se sentirá orgullosa de que la menciones aquí y sobre todo por tu forma de ayudar con esa empatía a tus alumnos,sigue nadando hijo
Si amigo mío, fiel reflejo de la realidad lo que aquí retrata. Así me he sentido infinidad de veces, como un extraterrestre, pero bienvenida esas sensación, la que te hace querer subirte cada día a una experiencia preciosa que inunda nuestras vidas y nos enriquece profesionalmente.
Querido maestro:
Por suerte, ell@s siempre tendrán la misma edad. Esa es la magia de nuestra profesión. Eso sí, estar in cuesta lo suyo. A veces te diviertes y aprendes, otras te espantas.
Gracias por tus palabras.
Muy buena entrada José Enrique o como he escuchado últimamente «Ni tan mal».
Yo no llevo ni 2 meses en esta profesión, pero si que te digo que en lugar de envejecer, lo que me ha hecho es rejuvenecer.